"Huella ecológica"

Es conocido que cierta élite de seres humanos desde hace siglos invade a otros más expuestos, les despoja sus recursos naturales para perpetuar su nivel de vida, es decir, existe una minoría, económicamente más avanzada, que consume los recursos de la mayoría. Si todas las personas del planeta consumieran recursos al ritmo que lo hacen los países con ingresos más altos la Tierra ya hubiera colapsado. Esto aún no ha sucedido de forma irreversible porque el equilibro ambiental se sustenta en un injusto desequilibrio social.

A esta conclusión se llega si se mide el impacto del ser humano en el medio ambiente. Se hace elaborando un indicador denominado "huella ecológica", que se formula como la superficie necesaria para producir los recursos naturales consumidos por una persona, y aún tratándose de un indicador con limitaciones, proporciona datos bastante concluyentes sobre la realidad ecológica a nivel regional, nacional o mundial.

Según un estudio publicado en 2010, la "huella ecológica" global era de 2,7 hectáreas por habitante. Por el contrario, la "biocapacidad" (recursos efectivos disponibles en el planeta por superficie y ciudadano) fue calculada en 1,8 hectáreas por persona. Es decir, de media, el ser humano está consumiendo casi una hectárea más de recursos de los realmente disponibles, lo que se traduce en una sobre explotación del planeta que puede tener consecuencias drásticas.

Lo curioso, y triste a la vez, hablamos del desequilibrio social, es que el 15% de la población situada en naciones con ingresos altos, en conjunto, consume 6,1 hectáreas por habitante cuando su "biocapacidad" es la mitad. Por el contrario, la "huella ecológica" del 85% restante es prácticamente idéntica a su "biocapacidad", o sea, la gran mayoría del planeta vive sostenible y respetuosamente con el medio ambiente. Solo un 15% desequilibra la balanza, y además, lo hace consumiendo recursos ajenos.

La "huella ecológica" de un ciudadano de un país con ingresos medios o bajos es de 2 hectáreas, por supuesto es mucho menor que la de estadounidense y como 2,5 inferior a la de un ciudadano español, que necesitaría más de tres veces la superficie de su territorio para poder satisfacer sus necesidades.

Los recursos disponibles se suelen agotar normalmente en menos de 9 meses y los que se consuman hasta final de año son recursos que el planeta no puede producir, contaminantes que no puede absorber, etc. y hace tiempo que el planeta entró en déficit ecológico.

A pesar de ello, ninguna autoridad política está interesada en poner límites a un modelo de crecimiento cimentado en la desigualdad y en la destrucción del medio ambiente. El asunto tiene mala pinta. Es muy cómodo mirar a otro lado y pensar que acabaremos encontrando la solución a los problemas ambientales.

La Cultura de la Responsabilidad Social Medioambiental, individual y colectiva, coge fuerza.