El reciclaje de la bolsa amarilla

El pasado año 2016, según datos obtenidos a través del gestor integrado nacional Ecoembes, en el archipiélago canario se han reciclado más de 65.000 toneladas de envases, una cifra que supone un aumento del 22% respecto al año anterior; estas cifras resultan alentadoras y nos indican que cada vez la sociedad está más concienciada de lo importante que es el acto de reciclar.

Pero, ¿sabemos qué pasa una vez que nos deshacemos de los residuos que generamos y los depositamos en el contenedor amarillo? En la mayoría de los casos la respuesta es no, por eso vamos a describir de manera sucinta que sucede con los envases que depositamos en el contenedor amarillo una vez que son recogidos por los servicios públicos.

Cada envase que depositamos en el contenedor amarillo va a un reciclador especializado para fabricar nuevos materiales y de primera calidad. Nada se pierde, todo se recicla, y esos residuos están compuestos por diferentes materiales y el primer paso en el proceso de reciclaje es clasificar estos materiales.

Por ello, la primera parada se hace en las denominadas plantas de selección de materiales. En estas plantas se seleccionan por materiales los diferentes envases que contiene la bolsa amarilla, y unas enormes cintas, transportan las bolsas de basura procedentes del contenedor amarillo hasta la zona de clasificación, donde una máquina se encarga de rasgar las bolsas y liberar su contenido en una cinta de clasificación. Una vez liberada se hace pasar estos residuos por un túnel donde unos imanes preseleccionan los materiales metálicos. El resto de elementos continúa circulando por la cinta transportadora y estos materiales, plásticos mayoritariamente, se pueden clasificar manualmente o mediante diferentes automatismos según pertenezcan a una familia u otra:

PET: botellas de bebidas…
PEAD: envases de detergentes y alimentación…
FILM: bolsas…
PLÁSTICO MEZCLA: envases de yogur, bandejas…

Estos materiales ya clasificados se envían en grandes balas de plástico a distintas plantas de reciclaje para que así se transformen en nuevos materiales de máxima calidad.

En estas instalaciones, estas grandes balas se trituran y son sometidas a distintos procesos de lavado con el fin de eliminar impurezas para secarlas posteriormente. Una vez secas, este material se homogeniza para formar enormes tiras de plástico que se comprimen formando filamentos. Este material resultante, posteriormente se divide en pequeñas bolitas denominadas granza, que se almacenan en sacos para ser convertidas, en otras instalaciones, en nuevos productos de consumo como pueden ser: bolsas, perchas, calzado, mobiliario urbano, menaje, botellas, tuberías, bolsas de basura, etc.

De los envases ligeros de plástico podemos obtener diferentes tipos de plásticos: PET, PEAD, film y plástico mezcla. Así por ejemplo, las botellas de agua están fabricadas con PET y la bolsa de patatas fritas, de plástico mezcla. De las latas se obtiene el aluminio, un material que se puede reciclar infinitas veces sin que se alteren sus propiedades. Este aluminio será enviado a la Planta de Reciclaje, donde se formarán bobinas de aluminio a partir de las cuales se fabricarán nuevas latas de refrescos o de conservas. Y de los briks se obtienen otros tres materiales: papel, polietileno y aluminio. En las plantas de selección se separan para poder reciclarlos por separado y así volver a fabricar nuevos envases.

De todos los materiales que se consiguen gracias al reciclaje de la bolsa amarilla se puede fabricar una gran variedad de nuevos productos, por ejemplo forros polares, material plástico de construcción, tuberías de plástico, piezas de automóvil, llantas de bicicletas, sillas, acero, aluminio y por supuesto envases.

Es necesario que desde todos los ámbitos posibles hagamos un esfuerzo y seamos conscientes de la gran responsabilidad que tenemos para garantizar que los envases que utilizamos se reciclen y puedan tener una segunda vida.

Haciendo explícito el proceso que siguen nuestros residuos una vez nos deshacemos de ellos, queremos contribuir e impulsar el reciclaje y con ello mejorar la salud del planeta en el que vivimos.