Lo global y lo local/territorial

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Hicimos el comentario en el artículo "Algunas reflexiones sobre globalización" que cabía la posibilidad que nos enfrentáramos a una nueva reflexión vinculada al título del presente artículo. Como apuntábamos, pensamos que se trata de una transformación que no se completa nunca, es permanente, constante. Por ello, podemos anunciar que, en el año 2020 estaremos mucho más globalizados que en el 2040, etc.

Desde el punto de vista de la tecnología es lo propio, sin embargo, no está tan claro desde el punto de vista de la política. Pensamos así porque creemos que entre la globalización y la soberanía local/territorial hay matices, desafíos, una cierta oposición... La globalización es un proceso real, palpable, constante... Un hecho que no está tan claro que se asiente del todo por convicción.

La globalización es un rumbo del mundo en manos de poderes no tan responsables dado que es demasiado excluyente. Hay datos estremecedores; la quinta parte más rica del mundo posee cerca del 80% de los recursos del planeta, de una población mundial de 6.000 millones apenas 500 millones de personas viven confortablemente, hay países que viven peor que hace 40 años, etc. De ahí que lo ajustado no es impresionarnos ante la globalización porque, entre otras razones, tiene mucho que ver con el dominio de las estrategias financieras transnacionales, sus decisiones no están motivadas por los deseos de equidad, ni la ciudadanía debidamente consultada, y lo peor es que la aceptamos tal y como es, tampoco tenemos muchas opciones.

Prefiero pensar que es factible proponer una cierta movilización para construir una formulación más cercana con la sociedad. Hace falta un mecanismo (con poderes reconocidos y cercanos) que interiorice más lo local/territorial. Un mecanismo que no esté tan al servicio del mercado global, que sea más independiente y sano a la hora de definir los parámetros de lo local/territorial.

No se trata de ceñirnos a viejos axiomas frente a lo nuevo porque formar parte de una realidad internacional en todos los ámbitos es lo apropiado. Sin abandonar la lucha por alternativas globales, es decir, sin dejar de pensar y actuar globalmente, habría que articular la potencialidad social y política de lo local/territorial para posicionarnos mejor en los distintos escenarios que se desarrollan. Y no es cuestión de tamaño, hay estados grandes sumidos en el atraso y territorios pequeños prósperos, socialmente avanzados y políticamente muy democráticos.

La globalización como espacio de integración tiene aspectos positivos a los que ni debemos ni ya podemos renunciar. Pero en lo que tiene que ver con la soberanía de lo local/territorial sería un suicidio sustituirla por un súper aparato supranacional imposible de controlar por la ciudadanía. La hegemonía asentada en lo local tiene mucho que decir para la vida democrática de la gente. Un territorio pequeño, con poderes reconocidos y cercanos, puede ser mucho más eficiente y coherente con la realidad.