La RSC...

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La responsabilidad social corporativa comprende un conjunto de obligaciones y compromisos tanto en la esfera legal como ética, dentro del propio Estado como internacionalmente, que proceden de los impactos que la actividad de las organizaciones originan en el ámbito social, laboral, medioambiental y de los derechos humanos. En la actualidad las empresas están más concienciadas de la necesidad de preocuparse en los ámbitos anteriormente mencionados, como parte de su estrategia.

Puede decirse que los inicios de la RSC han estado influenciados por valores religiosos y centrados en la conducta ética, que comprendía el tratamiento justo y honesto al cliente; la filantropía; y paternalismo respecto a los empleados. Era un planteamiento excepcional que ha ido dando lugar a las democracias industriales desarrolladas.

El reto y la responsabilidad social de las empresa es perdurar en el tiempo activamente, rentable, competitivas y productivas para, a parte de generar beneficios, genere también consecuencias sociales tales como la creación de empleo por medio de su expansión e inversión; aprovisionamiento de servicios y bienes valiosos para la sociedad; fuente de impuestos, esenciales para la estructuración de un Estado desarrollado.

Entonces se entiende que la mayor y principal responsabilidad de las empresas es ser empresa; que sea eficiente, productiva, rentable, competitiva, que abogue por la calidad e innovación para satisfacer a sus clientes, empleados, proveedores y dueños. Ya que una región con estabilidad y crecimiento empresarial genera un entorno de confianza, creación de empleo y credibilidad.

Las acciones adoptadas para la implantación de RSC, distan entre la pequeña y mediana empresa y la gran empresa o multinacional. Hay circunstancias que se debe tener en cuenta dentro de la RSC para la gran empresa. El fenómeno de la globalización es el punto de inflexión de muchos cambios y nuevos planteamientos y retos. Hoy día los Estados están más limitados, debido al mayor movimiento de capitales y el interés porque estos permanezcan en el país, por lo que se reduce el poder de negociación de los sindicatos, y las leyes se vuelven más laxas respecto a las obligaciones de los empleadores.

Por otro lado se plantean dificultades para identificar las normas éticas que deben adoptarse, pues éstas dependen de las expectativas, en ocasiones contradictorias, entre los distintos sistemas de valores, la cultura o las creencias de la gente en las diferentes partes del mundo, que a la vez han ido cambiando debido a la liberalización política y social y la influencia de las tecnologías de la información, generando una crisis de valores. Se torna una situación difícil de maniobrar.

Los grupos de consumidores o al igual que los grupos para la conservación del medio ambiente, han cobrado mayor importancia. Es crucial que la empresa aprenda a escuchar dichos grupos, pues están orientando e influyendo sobre el pensamiento y las posiciones de la sociedad.

Las empresas adoptan diferentes posturas frente a las distintas culturas y valores a los en los diversos países en los que opere. Se trata de cuatro culturas corporativas, (1) las denominadas imperialistas (en el buen sentido), cuya cultura corporativa está orientada desde dentro, con un patrón de conducta unificado que tiende a seguir sus propias normas; (2) empresas camaleón, las que se adaptan a los valores del país receptor; (3) las nacionalistas, cuyos valores son los de su casa matriz o país sede; (4) las pragmáticas, con múltiples fuentes de valores.

La posición más ambiciosa de la RSC es la que defiende el término más amplio de las relaciones de una empresa con sus accionistas, proveedores, clientes, empleados, familias de los empleados y incluso los miembros de la comunidad de la que es parte. En este supuesto la empresa debe ser muy transparente y abierta al intercambio, participación con sus empleados y comunidad. Es claro que la voluntad de las empresas juega un gran papel en la RSC frente a lo dispuesto legalmente.