Huella ecológica II

En ecología, sostenibilidad o bien sustentabilidad describe cómo los sistemas biológicos se mantienen diversos y productivos con el transcurso del tiempo. Desde la perspectiva de la prosperidad humana, la sostenibilidad consiste en satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de las futuras generaciones.

Ejemplo típico es el uso de la madera proveniente de un bosque: si la tala es excesiva el bosque poco a poco desaparece. Otros ejemplos de recursos que pueden ser sostenibles o dejar de serlo, dependiendo de su explotación son; el agua, el suelo fértil, la pesca...

Cuando se excede el límite de la sostenibilidad, mal asunto. Por ello, aflora:

La Huella ecológica. Una medida indicadora de la demanda que se hace a los ecosistemas poniéndola en relación con la capacidad ecológica de regenerar sus recursos. La huella ecológica especifica el punto crítico en donde se produce, incluyendo los residuos que se originan en el proceso, la suficiente capacidad para la generación de los recursos.

El objetivo fundamental de calcular las huellas ecológicas consiste en evaluar el impacto que se hace a los ecosistemas por un determinado modo o forma de vida y, compararlo con la capacidad ecológica que tiene el sistema para regenerar sus recursos. Consecuentemente es un indicador clave para la sostenibilidad.

La ventaja de medir la huella ecológica está en aprovechar el cálculo para juzgar la apropiación humana, hacer evaluaciones, y en consecuencia tomar las decisiones más sostenibles en todo el proceso. Aun existiendo diversos métodos de estimación a partir del análisis de los recursos que una persona o empresa consume y de los residuos que produce, es un sistema bastante complejo y en algunos casos resultan imposibles de resolver, lo que constituye su principal limitación como indicador.